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La evaluación continua procura guiar
y ayudar a los alumnos en su proceso de aprendizaje. Hasta los 9 años los
alumnos no son evaluados por primera vez pero sin cifras. Después no hay nada
hasta los 11 años. Es decir que en el periodo equivalente a nuestra Primaria
los alumnos sólo pasan por una única evaluación. Así, la admiración de los
saberes fundaméntales puede hacerse sin la tensión de las notas y controles y
sin la estigmatización de los alumnos más lentos. Cada uno puede progresar a su
ritmo sin interiorizar, si no sigue el ritmo requerido por la norma académica,
ese sentimiento de deficiencia o incluso
de “nulidad” que producirá tantos fracasos posteriores. Se intenta que el niño
no pase por esa angustia y sufrimiento que los exámenes pueden provocarles.
Finlandia ha elegido confiar en la
curiosidad de los niños y su sed natural de aprender. Las notas a esta edad
no serían más que un obstáculo. A los padres se les informa sobre los progresos
de los niños dos veces al año.
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